jueves, 30 de junio de 2016

Crónica "Ironman Empuriabrava", por Ion Urra

Bueno… ahí va mi crónica del segundo reto físico más duro que decidí afrontar.

A mediados de enero me picaba el gusanillo de intentar bajar mi tiempo del Ironman que había hecho en julio del año pasado en Vitoria, donde terminé lesionado y con un poco mal sabor de boca… Me quedé a las puertas de bajar de las 10 horas y llegué muy, muy, mal a meta por una lesión de rodilla. Así que este año decidí ponerme en manos de un entrenador del que me habían hablado muy bien… y efectivamente hizo magia en mí…

Se llama Imanol Etxarri, y ya más que un entrenador es un amigo. En cuanto me vio, me dijo las cosas muy claras -como suele hacer él-: “Ion, tú a larga distancia sin ninguna duda, déjate de historias”. Y así lo hicimos. Me puso un entrenamiento diferente a lo que yo estaba acostumbrado, pero que resultó ser muy eficaz. Pasaron los meses, y con mucha disciplina y un pelín de obsesión, me planté a dos semanas de la prueba.

Esas dos semanas me vine abajo y no estaba preparado para afrontar una prueba cuya exigencia ya conocía… Con ayuda de Imanol, Mariana (su moza), Gorka Adot, mi fiel amigo Carlos y María, decidí hacerlo. Lo más fácil hubiese sido tirar la toalla y dejar todo lo entrenado de lado. Pero esto es un reto, ¿no?, ¿no querías dureza? Aquí la tienes…

Ahora quedaba hacerme cargo del tema de la logística (dónde dormir, comer, etc), y entonces llegaron mis dos salvadores: Eneko y Leticia. Pese a tener ellos su propio reto y pasar esos últimos momentos especiales juntos, no dudaron en acogerme hasta el domingo por la mañana. Fueron un encanto y les estoy muy agradecido.


Llegó el día de la prueba y nos levantamos pronto para desayunar como auténticos bestias (aún no entiendo cómo lo hice después de haberme zampado tres platos de arroz unas horas antes). Los nervios se palpaban y el baño lo notaba jiji. Cuando tuvimos todo preparado fuimos a la línea de salida. Como siempre, algo me tenía que pasar antes de lanzarme al agua. Fui a limpiar las gafas y no sé qué hice, pero quité el brillo de un cristal, así que de un ojo veía bien y del otro nada... Más vale que tengo asimilado que alguna voy a liar y no me puse nervioso jeje.

3, 2, 1… Salimos. Me puse a pies de un compañero que le llaman ‘Rayo’ (acojona eh?, pues eso), pero a los 200 metros se metió entre nosotros un chico y nos quedamos descolgados, así que me tocó tirar, ¡qué calvario! Entre tanto, unas medusas cariñosas nos dieron la bienvenida, a mí con beso incluido en el morro, aunque no fui el único, luego descubrí que nos había pasado a muchos de los que estábamos en esa batalla…

Por fin toqué el suelo y ya empecé a ver todo con otros ojos. Me llevé sorpresa al ver que allí había aún muchas bicicletas. Me cambié, cogí la mía, e intenté seguir los consejos de Imanol: mantener unos vatios constantes. Me costaba seguir lo pactado porque no me terminaban de ir fluidas las piernas, así que opté por aflojar un poco y seguir esperando a que me llegaran las sensaciones deseadas. Fueron pasando los kilómetros y, tras ser muy estricto con la comida, me presenté en la última vuelta más fuerte que al principio y adelantando al 4º que era ‘Rayo’.


Llegué a la transición y allí me esperaba otra sorpresa. Me dijeron que el chico que entró segundo competía por equipos y que yo iba segundo... Yo segundo!!! Así que dejé de lado todo lo que había preparado allí (camisetas, calcetines, vaselina…), me puse las zapatillas, cogí los geles, ¡y a correr! Para mí esta parte fue la clave. Corrí a muy buen ritmo, nada me podía parar. Iba tan concentrado que me cruzaba con Eneko y casi ni le saludaba (después nos hemos reído mucho de esto, perdona Eneko! Jeje). ¡Yo segundo! Ni en mis mejores sueños me lo hubiera imaginado. Mucho tenían que correr para sacarme de esa posición. Gracias a Leticia que me iba ayudando en cada vuelta con sus ánimos. Y lo mejor es que no estaba sufriendo porque mi convicción era mayor que el dolor de piernas que podía tener después de tantas horas apretando al cuerpo. Última vuelta y me avisan de que el primero estaba pinchando... Yo voy bien pero es imposible que lo coja (lástima que no sea otra vuelta más).

Me acerco a la meta… apenas quedan 200 metros, y ya noto cómo las emociones me invaden, ¡y de qué manera! Se me saltan las lágrimas y se pone el pelo de punta… ¡¡¡Conseguidooooooo!!! He dado lo mejor de mí, ¡prueba superada! Me relajo, me abrazo a Leticia, ella ha sido una persona muy importante en este reto. Sigo soltando tensiones y emociones… Pregunto por Eneko y me comenta que lo está pasando mal con las tripas. Tiene que conseguirlo, ha luchado mucho por esto y no puede ser que el estómago se la juegue. Pero él es duro y sé que lo conseguirá.

Me voy a duchar y llamo a la persona más importante en este día y la que me hizo sacar toda la fuerza e incluso volar. "Ahí lo tienes, va por ti”.

Satisfecho, me junto con Leticia y al ratico llega el campeón de la tarde para mí. Menuda tortura. Se funden en un abrazo y ahora sí que ya estoy tranquilo. Bien por ellos.


Hoy he comprendido que la cabeza es muy importante y que los sentimientos mueven el mundo. Gracias a todos por las felicitaciones. Un abrazo y ánimo hirukis! Somos un gran club.

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